|
Nuestro tren llegó a Estocolmo, Suecia, a eso de las 6:30 de la mañana. Algunos de nosotros no habíamos dormido bien en el tren, así que estábamos bastante cansados cuando bajamos. A las 7:00 estaba totalmente oscuro, e imaginamos que la mayoría de los lugares turísticos todavía no habían abierto, así que decidimos permanecer en la estación de tren durante una hora, y aprovechar para dormir un poco. Una hora después, miramos hacia afuera. Aunque nos imaginábamos que los lugares estaban por abrir, todavía estaba muy oscuro, y no teníamos ganas de salir aún. Decidimos esperar un poco más. Encontramos algo para comer y dormitamos en los bancos de la estación, pero cuando salimos, todavía estaba bastante oscuro. Nos miramos los unos a los otros, y miramos los relojes. Era extraño. Uno de mis amigos preguntó: “Estamos en una zona horaria diferente?" No, era la misma hora que en el resto de Europa central. Los relojes estaban bien; ya era media mañana y todavía estaba muy oscuro. Volvimos a la estación de tren para esperar un poco más, a ver qué sucedería.
Finalmente nos dimos cuenta de que el sol nunca iba a salir del todo ese día. Nos dimos cuenta de que, como estábamos a una latitud tan al norte, los días eran mucho más cortos. El sol apareció hacia el final de la mañana, pero nunca llegó a lo más alto del cielo. Se mantuvo en el horizonte, como una puesta del sol, por varias horas, y para las 3:00 de la tarde estaba oscuro nuevamente. Era divertido imaginar ese lugar en pleno verano, cuando ocurriría lo opuesto. ¡El sol saldría cerca de las tres de la mañana y se pondría como a las diez de la noche!
Si no tuviéramos el sol, tendríamos grandes problemas. Algún día, en el cielo, ya no necesitaremos un sol y ni siquiera habrá noches. ¡La Biblia dice que Dios mismo será la fuente de luz! Cuánto anhelo que llegue ese día, ¿Y tú?