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Cuando dejamos Estocolmo y nos dirigimos a Oslo, Noruega, disfrutamos especialmente al caminar por el parque de esquí donde se llevaron a cabo los Juegos Olímpicos de 1952. Había mucha nieve y un enorme salto para esquís se elevaba sobre la ciudad y servía como recordatorio de que las Olimpiadas de invierno más grandes de la historia se habían celebrado allí una vez. Al día siguiente decidimos viajar al extremo occidental de Noruega, a una ciudad llamada Bergen. Lo interesante sobre este viaje en tren fue qué para llegar a la ciudad de Bergen, tuvimos que viajar por algunos de los desfiladeros y cordilleras más increíbles. Camino a Bergen, tomamos un tranvía secundario a un pequeño pueblo llamado Flam, escondido entre las montañas y fiordos de Noruega. Aunque había muy pocas personas viviendo allí, fueron muy amigables con esos cuatro extranjeros norteamericanos que entraron en su pueblito para experimentar la vida en un auténtico pueblo de las montañas de Noruega.
Finalmente llegamos a Bergen, junto al frío Mar del Norte, al lado de las majestuosas montañas. Llegar allí hizo necesario que nos adaptáramos a las condiciones de Noruega, pero el esfuerzo valió la pena. Durante toda nuestra estadía en Noruega, vimos nieve en cada lugar al que fuimos. ¿Sabías que la Biblia también menciona la nieve? Cuando Dios quería hablarnos sobre el perdón, utilizó la nieve como ejemplo. Dijo que, aunque nuestros pecados sean rojos como los colores escarlata y carmín, cuando él nos perdona, nuestros pecados son lavados y se vuelven blancos como la nieve. Obtener el perdón de Dios nos permite vivir sin culpa, mientras continuamos aprendiendo a vivir como Jesús vivió.
¿Necesitas hoy el perdón de Dios? Con el único que tienes que hablar es con él.