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MIENTRAS JESÚS SE OCUPABA en recorrer los pueblos para sanar y predicar, Juan el Bautista estaba en la cárcel. El rey Herodes había hecho algo malo y Juan lo había regañado. Por eso el rey se enojó mucho. Así que ahí estaba Juan, sentado en su celda; miraba a través de los barrotes y pensaba en Jesús.
Los amigos de Juan fueron a ver a Jesús.
-Juan se pregunta si tú eres realmente el que estamos esperando -preguntó uno.
Jesús le enseñó a toda la gente que sanaba y respondió:
-Los pobres reciben las buenas noticias. Vayan y cuéntenle a Juan todas las cosas buenas que han visto.
Luego, mientras los amigos de Juan se apresuraban a volver a la cárcel, Jesús habló de Juan a la gente. Les dijo que era un gran profeta de Dios, pero no lo habían escuchado.
-Quien tenga oídos para oír, que oiga -declaró.
Recortemos una oreja grande y pongámosla donde nos recuerde que debemos escuchar a Jesús.
Materiales: Papel rosado, tijeras.
Tema: escuchar