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Oración de una fe trémula - 2

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Yo te ruego que si he hallado gracia delante de ti, me des señal de que tú has hablado conmigo. Jueces 6:17.

Es fácil manejar por un camino derecho y pavimentado, pero difícil es hacerlo por el camino sinuoso y angosto de un desfiladero.

No siempre tenemos la seguridad de la presencia de Dios a nuestro lado, ni sabemos fácilmente cuál es su voluntad para nosotros en una circunstancia específica. Podemos saber si mañana lloverá o no, pero muchas veces no sabemos qué nos depara el mañana luego de tomar una decisión importante, como emigrar, abandonar un trabajo, o continuar o cortar una relación afectiva. Todas las decisiones tienen consecuencias; por eso queremos estar seguros de que lo que hacemos es la voluntad de Dios. Pero, no siempre tenemos la respuesta que nos deje tranquilos. Hay respuestas a ciertas preguntas que requieren tiempo y sabiduría. Y hay preguntas que jamás serán respondidas.

La voluntad de Dios para nuestra vida puede ser malinterpretada a causa de nuestras propias limitaciones humanas. Un enfermo puede creer que se enfermó porque así Dios lo quiso. Es común ver señales de la voluntad de Dios en las cosas negativas que nos ocurren. Y también es común convertir la voluntad de Dios en algo banal, infantil y egoísta. Como la oración de una ancianita que pedía, en tiempos de sequía, que no lloviera para no mojarse los zapatos. La voluntad de Dios no coincide necesariamente con nuestros deseos (ver Isa. 55:8).

¿Qué ocurre cuando una desgracia azota nuestra vida, y no vemos señal de Dios? Como la muerte de un niño o un joven. A veces, la vida es inexplicable. La fe no pretende explicarlo todo. Pero la fe nos impulsa a buscar a Dios, y saber que él aún no ha terminado en nosotros su obra redentora. ¡La oración es todo lo que tenemos en esta vida!

Escucha: "Somos reconfortados al saber que Dios está dispuesto y listo para escuchar y responder nuestras sinceras plegarias sin importar las circunstancias. Él es un Padre amante que se interesa cuando las cosas van bien y cuando las vicisitudes de la vida nos propinan los golpes más devastadores. Cuando el clamor de nuestro corazón es '¿Dónde estás, Dios?', él se encuentra a la distancia de una oración" (LO 5).

Oración: Te alabo, Señor, porque siempre estás cerca de mí.

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