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Ana cumple su voto. Su tributo a Dios se expresa en alegría, gratitud y generosidad. Ana entrega su único hijo a Dios.
Un voto es una obligación asumida voluntariamente, ya sea por un don recibido o una bendición por recibir. El Señor no ordenó a los judíos que hicieran votos, pero sí que los cumplieran si los habían hecho (Núm. 30:2). Y Ana cumplió. Nuestra oración expresa su gratitud y generosidad.
En el momento en que Ana hace el mayor sacrificio de su vida, entregando a su único hijo, con el que no viviría más en su casa, ¡se regocija en Jehová! Ella no se regocija ni puede regocijarse en dejar a su hijo, pero sí puede regocijarse "en Jehová". En las situaciones más adversas de la vida, cuando no tenemos nada de qué alegrarnos, ¡aún podemos alegrarnos en Jesús!
¡Profundo fue el anhelo de Ana por Dios! ¡Porque más profundo fue el anhelo de Dios por Ana! Dios en nosotros. Dios con nosotros. Ana se gozaba en Dios, antes de que él satisficiera su deseo de tener un hijo. Dios respondió la oración de aquella mujer, porque el anhelo más profundo de su corazón era Dios mismo. Dios amaba a Ana.
Muchas de nuestras oraciones no son respondidas porque anhelamos más el don que al Dador del don. Ana confiaba en Dios; por eso oró, se levantó de su tristeza y descansó en paz en las manos del Dador de la vida.
En lo profundo de tu alma están grabados a fuego los deseos que le dan fuerza a tu vida. Mientras que los deseos están conectados con tus necesidades básicas, tanto biológicas como afectivas, hay un anhelo profundo que descansa en el lecho de tu ser, que es la fuente de la vida y la condición de la satisfacción de todos tus deseos. ¡Es tu anhelo por Dios! ¡Reflejo del anhelo de Dios por ti! Solo Dios puede satisfacer tu sed de eternidad. Solo él puede darte alegría permanente. Ana se regocijó en Jehová. ¡Alégrate en tu Señor!
Oración: Señor, mi alma goza tu anhelo por mí.