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¿Cómo es tu religión?
Ya se está terminando el libro de Job, y ahora es Dios el que habla. Sus palabras suenan como una oración al revés. Son una amonestación a quienes hablaron con necedad. A lo largo del relato, el gesto del hombre dolorido, espantado, desesperado y quejumbroso contrastó con la actitud ostentosa y solemne de sus amigos, que satisfechos con la vida fueron a consolar al patriarca con discursos de culpa y condenación.
Pero podemos aprender de los amigos de Job, y hacer todo lo contrario cuando nos toque consolar al sufriente.
En primer lugar, Elifaz, Bildad, Zofar y Eliú no respondieron a las necesidades del patriarca, sino que lo "molieron con palabras" (Job 19:2, 3). Para ellos era más importante su ideología que su amigo. Se concentraron más en expresar bien sus ideas y creencias que en el propio dolor de Job (ver caps. 4, 15, 22). La teología de la retribución, que entiende el sufrimiento como un castigo de Dios por los pecados cometidos, envenenó el diálogo, y echó por tierra toda posibilidad de consuelo y ánimo. Argumentaron que la "tribulación y angustia" es propia del impío por haber alzado "su mano contra Dios" (vers. 25).
Y así, porque jamás empatizaron con el dolor, y solo exhibieron una insensibilidad asombrosa, Job se sintió solo e incomprendido. Y, aunque les expresó su soledad y hastío por su vida (Job 10:1), ninguno de ellos lo hizo sentir acompañado. Peor aún, lo hicieron sentir solo en la cercanía física. ¡La peor soledad es la que te hace sentir el que está más cerca de ti!
Finalmente, todo este cóctel de egoísmo, palabras y discursos vacíos terminó en insultos y crítica. Job fue tremendamente agredido verbalmente (Job 4:8; 8:2; 11:3). ¡Quienes fueron a consolarlo, terminaron desalentándolo!
¡Cuánto podemos aprender de los amigos de Job!
¿Cómo es tu religión? ¿Te inspira miedo? ¿Es más importante lo que crees y piensas que la compasión? ¿O la gracia divina en tu corazón te impulsa a la obediencia y al amor?
Oración: Señor, ayúdame a ver a Jesús en el dolor ajeno.