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Oración de adoración - 1

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¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos. Salmo 8:1.

¿Recuerdas quién eres?

Es posible pensar que David haya escrito esta oración cuando era joven, quizá cuando aún era pastor. Seguramente al abrigo de la gran bóveda celeste, en las noches tachonadas de estrellas, su alma se inspiró para escribir esta hermosa pieza lírica. Un sentimiento de profunda admiración y dignidad humana, nacido en el vínculo de David con el Creador, recorre todas las estrofas de esta oración.

Este es el primero de los Salmos que se refieren directamente a la naturaleza (ver Sal. 19,29,104). En este canto se revela la majestad y el poder de Dios manifestados tanto en la creación como en la vida del ser humano. "El cántico de la noche estrellada", como se lo ha llamado, testifica que el poeta no ve la naturaleza como un fin en sí mismo, sino como la expresión de un Dios que se expresa en ella, pero que no se agota en ella.

David experimenta un cierto arrebato místico cuando ve las estrellas, tan lejanas al ojo y tan cercanas al corazón. Los astros le hablaban de un Creador que habita en la lejanía de la eternidad (Sal. 103:19), pero cuya gloria se manifiesta en la cercanía de su creación.

El autor español Miguel de Unamuno escribió: "Hay ojos que miran,/ hay ojos que sueñan,/ hay ojos que llaman,/ hay ojos que esperan". Los ojos de David miraban, soñaban y esperaban en Dios. Él sabía, como escribiera el poeta Antonio Machado, que "el ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve". David se sentía mirado por Aquel cuya gloria se expresaba en las estrellas.

Quizá creas que no vales nada. ¡Pero valemos mucho para Jesús! Nuestra dignidad nace en el hecho de que somos creación divina. El respeto a uno mismo nace de esta dignidad. ¡Somos nuestro propio tribunal! Nada haremos que nos haga despreciables ante nuestros propios ojos.

Cuando tu corazón tenga sed de Dios, y tu alma se sienta perdida entre las cosas, eleva tu mirada al cielo. ¡Dios te está mirando! Y esa mirada te dignifica.

Oración: Señor, en medio de la gloria de la Creación, me siento mirado por ti.

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