Regresar

Oración de reconocimiento

Play/Pause Stop
Contra ti, contra ti solo he pecado. Salmo 51:4.

¿Contra quién crees que pecas?

Podemos dividir la historia de David en tres períodos: su juventud, antes de ser rey; su reinado; y finalmente su madurez y su pecado. La verdadera historia de David comienza y culmina con su pecado.

El pecado no afecta solo tu fuero interno, sino también tu posibilidad de establecer relaciones sanas y sinceras con los demás. Esto lo vemos en la historia de David: en sus años adultos, David era un hombre bueno, leal a sus amigos y a sus enemigos (ver 1 Sam. 24), profundamente piadoso (poeta de Dios). En su madurez, sabía lo que era la vida, y conocía sus limitaciones y la debilidad humana. Pero he aquí que un hombre así pasa, en pocas horas, de un instante de curiosidad a un momento de debilidad y orgullo ("¿acaso no soy el rey?"), y sin escala previa termina en una situación insostenible.

Esta es, pues, nuestra frágil situación humana: podemos pasar rápidamente de la tranquilidad, del control de las circunstancias, a una crisis incontrolable. Lee los capítulos 11 y 12 de 2 Samuel, y verás cuán rápidamente un hombre que peca contra Dios daña y destruye las relaciones humanas.

En 2 Samuel 12, vemos que el profeta Natán, con mucha diplomacia, lleva al rey a encontrarse con el Señor. Ante la Palabra de Dios, que le revela su verdad (por sí solo no hubiera podido), David comprende y dice: "Pequé contra Jehová" (vers. 13). ¿Por qué dice esto? Porque en el momento en que cometió el primer error no fue a consultarlo para enmendar su situación. Nadie va a Dios mientras peca, sino cuando recibe las consecuencias de sus pecados. ¡Que la oración nos preserve de la soberbia!

Pero, luego de encontrarse con Dios, David se reencuentra consigo mismo, y ya no le teme a aquello que lo tenía sofocado. No tiene miedo de reconocer públicamente su pecado. Piensa: "Que el Señor haga de mí lo que quiera, porque yo soy un pecador" (ver Luc. 5:8).

Cuando renuncias a tu pretendida honestidad y reconoces tu pecado ante Dios, recuperas tu libertad, la fuerza de aceptar la situación, de mirar con la frente en alto a los demás, de reconstruir las relaciones humanas.

Oración: Mi pecado está siempre delante de ti.

Matutina para Android