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Oración contradictoria

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Forastero soy yo en la tierra; no encubras de mí tus mandamientos. Salmo 119:19.

No podemos entender plenamente el versículo 19 del Salmo 119 sin contraponerlo con este otro: "De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra; enséñame tus estatutos" (vers. 64). En ambos textos, David reclama: "Enséñame tus mandamientos".

¿Por qué David se siente extranjero en una tierra plena de gracia divina? Las dos ideas sobre las que descansa la petición son como las columnas de un puente entre los dos lados de un río. Cada una sostiene una parte del puente, y las dos sostienen el puente. Esta petición se eleva sobre la totalidad del puente sostenido por las dos columnas.

El salmista no mira el mundo exterior, el universo material, desde un punto de vista científico sino desde una simple mirada religiosa. Nada de lo que la ciencia moderna nos ha enseñado a decir sobre el mundo afecta en modo alguno este principio: "Toda la tierra está llena de la misericordia de Dios". David excluye al hombre en esta visión y se repliega sobre el mundo natural. Afirma que hay vislumbres de la existencia de Dios en cada rasgo del mundo. El sol, la lluvia a tiempo, las colinas nevadas, los ríos cristalinos, declaran el amor del Creador.

Pero, en medio de esta sinfonía de la naturaleza, suena una nota disonante: "Soy un extraño en la tierra". Todas las demás criaturas se adaptan admirablemente al lugar donde viven, pero no el ser humano, porque en él hay eternidad, y su alma no descansa hasta encontrar su origen en Dios. David dice: "Porque soy un extraño en la tierra, no escondas tus mandamientos. ¡Tu Palabra es Pan para mi alma!"

No se trata de tener una Biblia en nuestras manos, sino el conocimiento y el poder de la voluntad de Dios en nuestros corazones. Con la Palabra en nuestros corazones, todo cambia; ya no hay angustia por el paso del tiempo, ni cansancio por el camino recorrido ni ansiedad por el futuro incierto. El corazón descansa en Dios, nuestro origen (Sal. 62:1).

¿Has sentido en tu corazón la gloria de la Palabra encarnada en Cristo (Juan 1:14)? ¡Jesús es tu Pan! ¡Tu alimento diario! ¡Tu oración y tu Palabra! Aunque te sientas extraño en esta Tierra, ¡no estás solo en el camino de la vida!

Oración: Señor, ante ti no soy un extraño.

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