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Oración de testimonio

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Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo.Salmo 119:165.

Si limitamos el sentido del término ley a los estatutos y las ordenanzas judíos, y aun a los Diez Mandamientos, cometemos una gran injusticia contra el Salmo 119. En la Escritura hebrea, la palabra ley es usada con distintos sentidos; pero en los escritos de David, esta palabra significa "voluntad divina".

David entiende por ley toda la voluntad de Dios, que se expresa tanto en los Diez Mandamientos como en los hechos de nuestra vida, en nuestra conciencia, en nuestra relación con los demás y en la propia naturaleza. El salmista lo dice de este modo: "Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos. De generación en generación es tu fidelidad; tú afirmaste la tierra, y subsiste [...]. Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido" (Sal. 119:89-92).

En las palabras de David vemos el paralelismo entre la Palabra y la Ley. Es verdad que por la Palabra de Dios fueron creados los cielos y la Tierra, y la misma Palabra que los sustenta se expresa en la Ley moral, cuya obediencia nos da vida. A David le fascina la Ley, porque le fascina el Legislador. Nosotros podemos decir con el salmista que amamos la Ley porque amamos al Creador. Luego, ese amor a Dios, que se expresa en la entrega de nuestra vida a su voluntad, nos da paz.

La Ley expresa el amoroso deseo de Dios para ti y para mí. Pero nuestra paz no está garantizada por la obediencia externa de la letra, sino por la sumisión interna de nuestro corazón al poder que emana de sus mandatos. La paz es el fruto de una vida obediente a Dios.

Por último, Salmo 119:165 nos dice que quienes aman la Ley no tropiezan. Pablo dice: "Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús" (Fil. 4:7). Es lo mismo que decir: "Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo".

Quizá te sientas lejos del ideal de la Ley, porque tu pie "tropieza" a menudo. No te concentres en su letra, que te puede matar, sino en el Legislador, que te puede salvar. ¡Él te guardará en la tentación!

Oración: Señor, guárdanos en tu paz.

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