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Daniel tenía cerca de noventa años cuando fue arrojado a los leones. Había sido durante muchos años el verdadero gobernador de todo el imperio. Por supuesto, en tal posición, se había ganado muchos enemigos que lo miraban con los lentes del odio, los celos, la envidia y la malicia. Era un extranjero y un adorador de otro Dios, y por lo tanto era aún más impopular que un ayatolá en el actual gabinete de los Estados Unidos. Daniel era capaz y honesto, y por lo tanto todos los funcionarios incompetentes lo veían como un enemigo natural. Sabían que no encontrarían nada contra Daniel, a menos que lo buscaran con respecto a la ley de su Dios. Y así le tendieron la trampa que derivó en la oración de Daniel 6:10.
De este texto, podemos aprender tres lecciones: en primer lugar, el ambiente no determina nuestro carácter ni nuestro destino. El lujo, la sensualidad, la lujuria, el egoísmo, la idolatría, la crueldad despiadada, propios del palacio de un reino imperial y pagano, no impidió el desarrollo del bello carácter insobornable y puro del profeta. Las mentiras dan flores, pero jamás frutos. La verdad de Daniel dio frutos imperecederos.
En segundo lugar, necesitas entrenarte para no escuchar las críticas destructivas de los hombres; pero no solo hay que ser bueno, sino parecerlo. La más aguda inteligencia al servicio del mal no pudo encontrar defecto alguno de carácter ni vestigio alguno de negligencia en la labor del profeta.
Por último, Daniel hacía lo que su Dios ordena; no le importó que el rey ordenara lo contrario. No se escondió para orar. Su oración fue activa y combativa. A esa edad de su vida deseaba entregarse en sacrificio al Dios que conocía, amaba y había servido siempre.
¡Cuán fecunda es la obediencia a Dios en toda circunstancia! La oración diaria, sincera y profunda prepara un carácter que resiste la prueba del fuego. ¿De qué temer? Si Dios es con nosotros, diariamente, ¿quién contra nosotros cuando llega la crisis?
¡Que tu oración secreta se convierta en un testimonio activo y combativo cuando Dios así lo disponga!
Oración: Señor, dame la fe de Daniel.