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La "oración modelo" que Jesús enseñó a sus discípulos, y que miles de millones de creyentes han elevado a lo largo de los siglos, tiene la forma de los Diez Mandamientos, ya que expresa la esencia del carácter de Dios: el amor. El pensamiento de Jesús estaba estructurado sobre la ley del amor. Así como el Decálogo se divide en dos partes, también el Padrenuestro expresa la verticalidad y la horizontalidad del alma humana: Dios y el prójimo. Primero Dios: ¡su Nombre, su reino, su voluntad! Estas tres peticiones se escucharán en la cruz del Calvario, orientadas al cumplimiento final del plan de salvación (ver 1 Cor. 15:28). Luego viene el ser humano: tú y yo. Las últimas cuatro peticiones ofrecen nuestras miserias a su gracia infinita. Son la ofrenda de nuestra esperanza, que atrae la mirada del Padre de las misericordias.
La oración comienza con una afirmación contundente: hay un Padre en los cielos.
¿Necesitas un padre? La figura del padre es vital en la historia de cada ser humano. Padre no es meramente el ser que nos da la vida, sino aquel que nos protege y nos da seguridad. Ser padre no es meramente un acto biológico, sino fundamentalmente afectivo. Muchos hombres tienen hijos, pero no son padres.
Todos necesitamos una mirada paternal. Esto es válido tanto psicológica como espiritualmente. Independientemente de que hayamos tenido un buen padre, hay en ti y en mí una necesidad profunda de esperanza eterna. El Padrenuestro apunta a esta necesidad que yace en nuestro corazón. Es la oración del hijo que busca el amparo y el amor divinos.
Nuestro Padre celestial "tiene en el cielo su trono; [pero] sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres" (Sal. 11:4). Cuando clamas a él, no te diriges a "algo", no te sumerges en la "energía cósmica", ni te fundes en la "totalidad misteriosa del universo", como postula la filosofía oriental. Te diriges a Alguien, a una persona, ¡al Padre celestial y personal!
¡Bendita oración, que nos comunica directamente con Dios! La oración diaria, secreta y profunda te pone en contacto con el Infinito. El secreto del conocimiento de Dios es orar en secreto.
Él está atento a los deseos y las necesidades de tu corazón. Quiere ser tu origen y destino.
Oración: Gracias, Señor, por ser mi Padre celestial.