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Oración de alabanza

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Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Lucas 1:46-48.

¿Alaba tu alma al Señor cada día?

María eleva una oración de alabanza a Dios, la que con los siglos sería llamada El Magníficat. Este canto reproduce las palabras que, según Lucas, la madre de Jesús dirige a Dios en ocasión de su visita a su prima Elisabet (Luc. 1:39-45), esposa del sacerdote Zacarías, quien llevaba en su seno a Juan el Bautista (Luc. 1:5-25). El nombre de la oración está tomado de la primera frase en latín, que reza: Magníficat anima mea Dominum [Engrandece mi alma al Señor]. Según la tradición, estas dos mujeres se encontraron en una pequeña población (Ain Karim) situada a siete kilómetros al oeste de Jerusalén, cuyo nombre significa "fuente del viñedo".

Esta oración nos enseña varias cosas importantes. En primer lugar, María alaba a Dios por la elección divina de convertirla en madre del Mesías sin que ella lo merezca, y reconoce las grandes cosas que su Salvador hizo por ella (vers. 46-49).

Luego, María describe al Dios misericordioso (vers. 50) que la escogió, y revela la elección preferencial de él por los más pobres: "Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos" (vers. 51-53).

Finalmente, María alaba a Dios por el amor especial manifestado a Israel (vers. 54, 55). Era consciente de que el nacimiento de su Hijo era el cumplimiento de las promesas del Pacto hechas a Abraham y a su pueblo, y que ella era un eslabón en la gran cadena de la salvación.

En aquella lejana población de Judea, una humilde mujer elevó un canto de alabanza a Dios que alcanzó los cuatro puntos cardinales de este planeta y se expandió hasta las estrellas en la infinitud del universo. El tema que cantarás con los redimidos en el cielo ¡será el mismo que el de María!

¡Señor, te glorifico, "porque has mirado la bajeza de tu siervo", y en cada amanecer recibo el rocío de tu gracia!

Oración: Señor, somos bienaventurados por tu amor.

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