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Jesús no ascendió al cielo inmediatamente después de su resurrección.
Estuvo en la Tierra durante cuarenta días (Hech. 1:2, 3). El propósito de esta estadía fue preparar a los discípulos para su obra futura. Jesús dio pruebas "indubitables" a sus discípulos de que había resucitado y les habló "del reino de Dios" (vers. 3). Dio instrucciones a los apóstoles (vers. 4). Les habló del día de su segunda venida, cuya fecha era "potestad del Padre" (vers. 7). Pero no los abandonó a su suerte, sino que les dijo: "Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo" (vers. 8). Luego "fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos" (vers. 9). Inmediatamente fue dado el mensaje de los ángeles: "Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo" (vers. 11).
Nuestro actual conocimiento acerca del Señor ascendido es más perfecto que el que tenían los discípulos acerca del Señor resucitado. Ellos tuvieron una comunión más real con Jesús cuando, con corazones abiertos, le oyeron interpretar las Escrituras concernientes a él, y cayeron a sus pies clamando "Señor mío, y Dios mío" (Juan 20:27, 28). Durante tres años y medio, día tras día, estuvieron con él, y no lo conocían. Puede que pasemos una vida sin conocer a quien vivió a nuestro lado, y aun a Jesús. A medida que crecieron en amor y maduraron en conocimiento, se conocieron más entre ellos y conocieron mejor a Dios. Esos cuarenta días determinaron su destino. Hoy conocemos al Jesús ascendido por el testimonio de esos hombres y mujeres que fueron ungidos por el Espíritu Santo (Hech. 2).
Estos cuarenta días están llenos de benditas lecciones para ti y para mí. Nos enseñan que la verdadera comunión con Jesús se alcanza por la fe en él, y que él todavía está obrando en nosotros y para nosotros. La alegría con que los discípulos lo vieron ascender es también la nuestra. La esperanza del mensaje de los ángeles es nuestra esperanza.
Clamemos por el Espíritu como clamaron los discípulos y las mujeres en el aposento alto.
Oración: Señor, danos tu Espíritu.