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Martín está preocupado porque se acerca el examen de inglés y todavía no se sabe el vocabulario.
---¡Es mucho lo que tengo que aprender! ¡Hay palabras muy difíciles! ¡Nunca voy a poder memorizarlas todas! —dice Martín.
La mamá oye sus quejas, deja de cocinar, se sienta junto a él y abre la Biblia:
--¿Sabías que al pueblo de Israel le pasó algo parecido? -le pregunta— Dios les había entregado los Diez Mandamientos en el Sinaí para que los aprendieran, pero al principio les costó aprenderlos. Muchas veces los olvidaban y pecaban. Por eso Dios los volvió a escribir por segunda vez en dos tablas de piedra que preparó Moisés. Los padres repetían las enseñanzas a sus hijos cuando se levantaban y cuando se acostaban, las escribían en los postes y en las puertas, y las repetían cuando estaban en la casa o iban por el camino.
¿Se te hace fácil aprenderte letras de canciones, frases populares o chistes? ¿Los recuerdas después por mucho tiempo? Eso es porque al escucharlos muchas veces, en tu cerebro se forma una huella. ¿Cómo anda tu memoria para almacenar las promesas de Dios? «El oído distingue las palabras, igual que el paladar reconoce los sabores» (Job 12; 11).
Desafío: Haz una lista de los versículos que te sabes de memoria. Y si te animas, ponte una meta para aprender más. Por ejemplo, uno al meso a la semana.