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¿Te has fijado que en lugares públicos y edificios, muchas veces hay rampas? ¿Sabes para qué son? Son para que las personas que van en silla de ruedas puedan entrar y salir sin ayuda. ¿Has reparado en los sonidos que hacen los semáforos cuando se ponen en verde? Es para que las personas ciegas sepan que ya pueden cruzar la calle porque los autos están parados. Estos son elementos integradores, es decir, que lo que se pretende con ellos es que las personas con discapacidades se integren a la sociedad sin impedimentos. Es importante que existan, porque aunque todos somos diferentes, todos tenemos el mismo derecho a hacer una vida normal, a ser aceptados.
En la Biblia vemos cómo el rey David quiso integrar en su familia a Mefi-bóset, un hijo de Jonatán que era inválido. Jonatán, que había sido gran amigo de David, ya había muerto, y David quería ayudar a su hijo. Por eso lo invitó a vivir en el palacio real y no permitió que su estado físico le impidiera disfrutar de la vida: Leemos esta historia en 2 Samuel 9: 12.
A veces nos comportamos diferente ante personas con discapacidades. Pero no debemos pensar en las diferencias como algo que nos separa, sino como una oportunidad de hacer amistad. Imitemos a Jesús: ayudemos y demos amor a todos. «Ahora entiendo que de veras Dios no hace diferencia entre una persona y otra» (Hechos 10:34).
Desafío: Haz una tarjeta con un mensaje de ánimo para alguien con discapacidad.