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¡Qué rico es quedarse un ratito por la mañana en la cama, retozando con las sábanas! Se sienten tan suaves y frescas en la piel... Pero las sábanas no solo están ahí por eso, sino para protegernos de los ácaros, esos animalitos invisibles que puede haber en el colchón. Es importante cambiar las sábanas semanalmente, lavarlas y secarlas al sol para eliminar las impurezas que dejan en ellas la piel, el pelo y el sudor. Ya ves que importantes son las sábanas.
La Biblia menciona las sábanas en varias ocasiones, y una de ellas es bastante peculiar. Un mediodía, a la hora del almuerzo, Pedro subió a la azotea de la casa para orar. En ese momento, Dios le envió una visión; «Vio que el cielo se abría y que descendía a la tierra algo parecido a una gran sábana, bajada por las cuatro puntas. En la sábana había toda clase de cuadrúpedos, y también reptiles y aves. Y oyó una voz, que le dijo: “Levántate, Pedro; mata y come”» (Hechos 10: 11-13). Tres veces escuchó Pedro ese mandato y se preocupó. Pensaba que realmente tenía que matar y comer. Sin embargo, Dios le dijo que esa visión significaba que debía compartir el evangelio con todas las personas.
Así como Pedro predicó a todas las personas, trata tú a todos de la misma manera. «Cuando alguien hable, sean sus palabras como palabras de Dios. Cuando alguien preste algún servicio, préstelo con las fuerzas que Dios le da» (1 Pedro 4:11).
Desafío: Piensa qué puedes hacer para ayudar a los demás y hazlo con todas tus fuerzas.