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Un bebé de cero a tres meses duerme entre dieciséis y veinte horas al día. Sí, has leído bien. Y eso no es demasiado... para ellos. Para ti sí sería mucho, pero los bebés necesitan esas horas de sueño para desarrollarse. Cuanto más duermen, más crecen.
Jocabed, que era mamá de dos niños y un bebé, conocía bien las horas de sueño de cada uno de ellos. Cuando Moisés cumplió tres meses, dormía menos y lloraba más fuerte. Por eso Jocabed comenzó a preocuparse de que descubrieran que había escondido a su pequeño en la casa. Tenía que pensar cómo podía hacer para salvarle la vida a su bebé antes de que fuera demasiado tarde. Entonces se le ocurrió esconderlo en una canasta y colocarla entre los juncos que crecían en la orilla del río Nilo. La hija del faraón tampoco estaba buscando nada especial aquel día, pero al bañarse en el río vio la canasta, que le llamó mucho la atención. Cuando la destapó, vio a un hermoso bebé que adoptó como hijo.
La hija del faraón estaba contenta porque había encontrado un niño para ella; Jocabed estaba feliz porque había salvado a su hijo. ¿Te sientes feliz cuando encuentras algo que estaba escondido? Eso sentiremos cuando vayamos a vivir al cielo. «Yo te entregaré tesoros escondidos, riquezas guardadas en lugares secretos, para que sepas que yo soy el Señor, el Dios de Israel, que te llama por tu nombre» (Isaías 45:3).
Desafío: Dibuja tu animal favorito y coloca muchas líneas para esconderlo. Muéstraselo a alguien para que lo descubra.