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Los tornados son masas de viento de gran velocidad que se unen a una tormenta y tienen forma de embudo. La parte estrecha toca la tierra y la parte ancha se une a las nubes. Estos fenómenos de la naturaleza son destructivos, porque alcanzan una velocidad de hasta 180 kilómetros por hora. Arrasan con mucho de lo que encuentran a su paso.
Fíjate en lo que escribió el rey Salomón: «Sopla el viento hacia el sur, y gira luego hacia el norte. ¡Gira y gira el viento! ¡Gira y vuelve a girar!» (Eclesiastés 1:6). Salomón observó que el viento siempre gira y las cosas se mueven a su paso. Así ocurrió cuando el Señor hizo soplar un viento del mar que trajo bandadas de codornices para el pueblo de Israel, de las que comieron hasta saciarse. Fue tanta la cantidad, que cubrió el suelo hasta un metro de altura (Números 11:31).
Los meteorólogos pronostican el tiempo de acuerdo, entre otras cosas, a la dirección de donde sopla el viento. Así también, si tú estás serio, muchos te preguntarán por qué estás así, y creerán que alguien te ha dicho algo que te hizo daño. «Por el viento del norte viene la lluvia, y por las malas lenguas las malas caras» (Proverbios 25:23). Pídele a Dios que te brinde buen ánimo y pensamientos positivos, así tu cara reflejará alegría y felicidad.
Desafío: Junta hojas secas en tus manos y sopla lo más fuerte que puedas, como si fuera el viento que las desparrama.