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Generosidad. Es una persona o una empresa que vende un producto que L nadie más puede vender. Esto, en muchos países, es ilegal. Lo legal es que haya competencia y que a todo el que quiera se le permita fabricar un producto y venderlo.
Detrás del monopolio hay mucha ambición, mucho afán por ser el único, el mejor, el más rico, el intocable, el invencible. ¿Sabes? Hay personas que, aunque no tienen un monopolio, sí tienen el problema que hay detrás de los monopolios: son ambiciosas y siempre quieren tener más. Por acumular cosas materiales, pierden de vista bienes espirituales que son mucho más importantes y que no se compran con dinero. Así le ocurrió a Nabal. Era rico y tenía tres mil ovejas, que David y sus hombres vigilaban para que no les pasara nada. Cuando David pidió a Nabal que recompensara su trabajo con comida, este se la negó y lo insultó. Menos mal que Abigail se dio cuenta e intercedió para que no ocurriera una catástrofe. El afán de riquezas de Nabal le impidió ver que David le estaba pidiendo algo justo, y que debió habérselo concedido porque era justo.
El rey Salomón nos aconseja sabiamente: «El que ama el dinero, siempre quiere más; el que ama las riquezas, nunca cree tener bastante. Esto es también vana ilusión» (Eclesiastés 5:10). No merece la pena dedicar la vida a perseguir ilusiones vanas; mucho mejor, amémonos unos a los otros y olvidémonos de monopolios. En todo caso, que el monopolio de nuestro corazón lo tenga Jesús.
Desafío: Dios te da muchas cosas que no se pueden comprar, escribe una lista y agradece en oración por todo lo que recibes.