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Quizá nunca te hiciste esta pregunta, pero hay muchas personas que se la hicieron cuando sobrevivieron a catástrofes como una inundación, un terremoto o un incendio, y se quedaron sin casa. Por eso, las Naciones Unidas aprobaron en la Declaración de los Derechos del Niño la importancia de tener un lugar digno para vivir.
Es probable que para una parte de la población del mundo este derecho sea común; sin embargo, en el planeta hay muchas personas que viven en la calle, debajo de un puente, en una plaza o en los parques públicos. No tienen una casa donde refugiarse, resguardarse del frío o de la lluvia y estar a gustito. Jesús se identificó con ellos cuando dijo: «Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza» (Lucas 9:58).
¿Cuál es tu actitud cuando te encuentras con una persona que vive en la calle? ¿La rechazas? ¿Pasas de largo? ¿Evitas que te vea? Jesús murió en la cruz también por esa persona, para que tenga vida eterna. Actuemos como Jesús y ayudémosla, «pues él no desprecia ni pasa por alto el sufrimiento de los pobres, ni se esconde de ellos. ¡Él los oye cuando le piden ayuda!» (Salmo 22:24).
Desafío: Prepara una receta saludable o busca una manta para regalar a una persona necesitada. Experimenta el gozo de ayudar.