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La palabra «milagro» significa «hecho que no se puede aplicar, suceso maravilloso y extraordinario». Un milagro es la intervención sobrenatural — divina— en la vida humana, que no se puede explicar de ninguna manera racional.
Si te fijas, en los tiempos de la Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, Dios hacía muchos más milagros de los que vemos que hace hoy, al menos donde nosotros vivimos. La Biblia registra 35 milagros realizados por Jesús; 23 fueron de curaciones, en 3 resucitó muertos, en 3 proveyó alimentos o bebida y en 2 realizó grandes capturas de peces; los Otros 4 fueron calmar la tormenta, caminar sobre el agua, secar la higuera estéril y proporcionar dinero para el impuesto. Todos estos milagros tuvieron un efecto inmediato: las personas que los recibieron hablaban a otros del amor y el poder de Dios. Y es casi seguro que Jesús hizo muchos más milagros que no están escritos en la Biblia, porque no habría páginas suficientes para llenar tantos libros.
Hacer milagros es un don del Espíritu Santo, y él decide cuándo lo concede. Que no veamos milagros a nuestro alrededor no significa que Jesús tenga menos poder, o que no haga ningún milagro. De hecho, tu vida es un milagro. La Biblia dice: «Unos reciben poder para hacer milagros. [...] Pero todas estas cosas las hace con su poder el único y mismo Espíritu, dando a cada persona lo que a él mejor le parece» (1 Corintios 12: 10–11). Confiamos en que Dios nos da los dones que hacen falta.
Desafío:Dibuja el milagro de Jesús que más te gusta. Llévalo a la iglesia y regálaselo a alguien especial.