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Seguro que habrás oído este refrán alguna vez. Hace referencia a lo que se conoce como «la ley del talión», que es una ley un poco dura. Consiste en que la persona que sufrió un mal, le haga otro igual o de la misma proporción a quien se lo infligió.
Cuando Dios entregó las leyes a Moisés, esta ley del talión ya se utilizaba (ver Éxodo 21:24). Si alguien dañaba intencionalmente a alguien, debía ser castigado con un daño similar al que había causado. Si bien esto parece un poco fuerte, estaba prohibido infligir un mal mayor que el realizado. Sin embargo, cuando Jesús estuvo aquí en la tierra, nos enseñó un concepto superior: «Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Pero yo les digo: "No resistas al que te haga algún mal; al contrario, si alguien te pega en la mejilla derecha, ofrécele también la otra. Si alguien te demanda y te quiere quitar la camisa, déjale que se lleve también tu capa. Si te obligan a llevar carga una milla, llévala dos. A cualquiera que te pida algo, dáselo; y no le vuelvas la espalda al que te pida prestado”, (Mateo 5:38-42).
Jesús nos dice que la venganza no es buena; tenemos que aprender a perdonar y a reconciliarnos con quienes nos lastiman. «Somos embajadores de Cristo. [...] Así pues, en el nombre de Cristo les rogamos que acepten el reconciliarse con Dios» (2 Corintios 5: 20).
Desafío:Haz una tarjetita decorada con este versículo. Luego regálala a alguien a quien has perdonado o les has pedido perdón.