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En los tiempos de Jesús, los judíos consideraban que, a la edad de doce años, los niños dejaban de ser niños y pasaban a ser hombres. Por eso, a partir de esa edad, comenzaban a hacer cosas de adultos.
José, el esposo de María, era judío e iba a Jerusalén cada año para la celebración de las fiestas. Cuando Jesús cumplió doce años, lo llevaron al Templo para que participara en la Pascua. Era la primera vez que Jesús iba al Templo. Al regresar de ese largo viaje, José y María iban conversando por el camino con familiares y amigos, así que no se dieron cuenta de que Jesús no había ido con ellos. ¡Qué susto tan grande se llevaron! Lo buscaron entre la gente pero no lo encontraron, por lo que tuvieron que regresar a Jerusalén. «Al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado entre los maestros de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando sus padres lo vieron, se sorprendieron» (Lucas 2: 46-48).
¿Alguna vez te perdiste? ¿Te asustaste mucho? ¿Tardaron mucho tus padres en encontrarte? Qué alivio cuando te encontraron, ¿verdad? Así como José y María estaban felices, también Dios se alegra cuando está con nosotros. «¡Canten de alegría, habitantes de Jerusalén, porque yo vengo a vivir entre ustedes!» (Zacarías 2: 10).
Desafío:Escribe tres cosas que hacía Jesús cuando era niño y que tú puedes imitar.