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El surgimiento del trabajo de las publicaciones en América del Sur fue señalado por una fe inquebrantable. En 1905, en el Colegio de Camarero, hoy Universidad Adventista del Plata, Entre Ríos, República Argentina, se instaló una impresora. En el año 1906, la prensa fue transferida al barrio de Florida, en Buenos Aires; y en 1920 pasó a llamarse Asociación Casa Editora Sudamericana (ACES).
En 1974 un incendio provocó daños irreparables. La editora fue reconstruida. Hoy se insumen cerca de 2 millones de kilos de papel, que llevan esperanza, y son incontables los testimonios de vidas transformadas.
Uno de ellos sucedió en el verano de 1984, en Santa Rosa, provincia de La Pampa, en la Argentina. Hana, de 33 años, luchaba sola para sostener su hogar y criar a tres hijos. Muy necesitada, entendía que necesitaba una iglesia y pidió la dirección de Dios.
Tres días después, un colportor llegó a su casa. Le presentó una gran Biblia ilustrada, que le hizo recordar la Biblia de su abuela, cuando vivía en la República Checa. La abuela era una fiel adventista. Cuando Hana tenía doce años, tuvo que mudarse a la Argentina y las dos se separaron.
Sabiendo que el colportor también era adventista, Hana compró dos libros: uno sobre recetas y El Deseado de todas las gentes. Decidió ir a la iglesia, comenzó los estudios bíblicos, y pocos meses después fue bautizada. Con mucho esfuerzo, Hana se mudó a Libertador San Martín, para que sus hijos pudieran estudiar en el entonces Colegio Adventista del Plata. Se dedicó al colportaje y conoció a aquel que le vendió los libros que cambiaron su vida: el pastor Carlos Fernández.
Sus hijos se prepararon para servir a Dios. Natalia es fisioterapeuta. Alejandro es pastor, y Gabriel también es pastor: es el gerente general de la Asociación Casa Editora Sudamericana, la misma editora de donde salieron los libros que transformaron a su familia. La semilla plantada dio un gran resultado.
La literatura ha acompañado la historia del pueblo de Dios. Además de esto, la revelación divina está registrada en un libro. Todavía hoy existe mucha gente que necesita recibir un libro para iluminar, curar y salvar. Haz tu parte y distribuye estas “semillas de esperanza” que pueden transformar vidas.