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¿Ni una hora?

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"¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?" (Mateo 26:40).

Los momentos finales de la vida de Cristo fueron difíciles y Conmovedores. En Getsemaní, él sintió el peso de nuestros pecados y derramó gotas de sangre. Sin embargo, cuando buscó el apoyo de sus discípulos más cercanos, los encontró durmiendo y no ocurrió solo una vez (Mat. 26:36-46).

El momento era decisivo para la Tierra. Los ángeles y los mundos no caídos observaban la angustia de Cristo y los efectos del pecado; el enemigo celebraba con sus ángeles; y el Padre sufría por la separación de su Hijo. En medio de semejante evento, los discípulos simplemente dormían.

Ellos no lograban ver lo que realmente estaba sucediendo. Estaban tan cansados, desinteresados o preocupados por otras cosas, que despreciaban lo fundamental. ¡Qué pena! Mientras Jesús vencía en el conflicto cósmico, los discípulos perdían la batalla.

El cristiano no puede renunciar al privilegio de la oración. Elena de White incentiva: "La oración y la fe harán lo que ningún poder en la tierra podrá hacer" (El ministerio de curación, p. 407). La oración es la clave para el crecimiento espiritual ya que esta disminuye nuestra confianza propia y deposita en Dios nuestra esperanza. En otro pasaje, ella advierte con énfasis: "La negligencia en la oración representa un desastre para la vida espiritual" (Perto do Céu [Cerca del cielo], p. 105). El tema es más grave de lo que algunos piensan. '

A finales del siglo XIX, Reuben A. Torrey lamentaba la ausencia de la oración en la vida de muchos cristianos: "Estamos demasiado ocupados para orar. Por eso, estamos muy ocupados para tener poder. Tenemos una gran cantidad de actividades, pero hacemos poco; mucho trabajo, pero pocas conversiones; muchos equipos, pero pocos resultados". Leonard Ravenhill fue contundente en su análisis de la condición de la iglesia cristiana: "Tenemos muchos que organizan, pero pocos que agonizan; muchos cantantes, pero pocos intercesores; muchos convencidos, pero pocos convertidos; muchos informados, pero pocos transformados. Fallar en la oración es fallar en todo".

No hay nada más importante que buscar poder de lo Alto. La promesa es segura: "Si tienes voz y tiempo para orar, Dios tendrá tiempo y voz para responder" (Review and Herald, 1° de abril de 1890). ¿Y tú? ¿Cuánto tiempo le has dedicado al Señor? La oración ¿ha sido tu prioridad, aunque sea una hora?

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