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"Solo un mensaje"

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"Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo" (Marcos 4:26, 27).

Benvinda Carvalho es miembro de la Iglesia Central de Redenção, en Vitória de Santo Antão, en el estado brasileño de Pernambuco. Ella ayuda en el presupuesto familiar vendiendo helados de palito y pan casero que ella misma prepara. En medio de todas esas ocupaciones, ella no ha perdido la oportunidad de contribuir a la salvación de una vida que milagrosamente Dios puso en su camino. Benvinda cuenta la historia:

"Era un viernes, 30 de diciembre de 2011, ya en las horas sabáticas, cuando decidí enviar algunos mensajes a amigos y parientes. El último fue para una sobrina que vive en San Pablo. Para mi sorpresa, recibí una respuesta inmediata: 'Señora, usted mandó un mensaje a un número equivocado'. Al darme cuenta de mi error, me disculpé y le deseé un feliz Año Nuevo. En respuesta, la persona me escribió: 'Soy yo quien le agradece a usted por ser tan amable y gentil'.

"Decidí identificarme, y ella hizo lo mismo. Su nombre era Geralda. No dejé de enviarle mensajes espirituales. En una ocasión, le mencioné que alguien podría tocar su puerta para entregarle un ejemplar de El conflicto de los siglos, ya que esa era época de distribución de ese libro. Ese mismo día, ella encontró dos jóvenes en la calle con los libros en las manos. Ellos la llevaron a la iglesia y le ofrecieron hacerle una visita en su domicilio.

"En las vacaciones de julio, ella viajó al estado de Ceará para visitar a sus familiares. Entonces, salí de Pernambuco y fui hasta allá para conocerla. Finalmente, me encontré con Geralda y conocí a sus familiares, quienes me recibieron muy bien. En la despedida, ella me aseguró que, cuando llegara a San Pablo, buscaría a los hermanos adventistas y les pediría estudios bíblicos.

"Al mes siguiente, ella me dijo que había decidido estudiar la Biblia. Comenzó a asistir a la Iglesia Adventista y, la mayoría de las veces, su familia la acompañaba. Meses después, tomó la decisión de bautizarse.

Cuando recibí su invitación, decidí viajar desde Pernambuco a San Pablo y asistir a la ceremonia, que se realizó el 31 de marzo de 2013. La iglesia estaba llena. Los hijos y demás familiares de Geralda estaban allí. Ambas estábamos muy felices. Fue una gran fiesta en la Tierra y. sin dudas, también significó una fiesta para el Cielo".

Piensa hoy en cuántas oportunidades te concede Dios para predicar el evangelio. Nada sucede por casualidad cuando tú te pones en las manos de la Providencia.

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