Regresar

Lo mejor está por venir

Play/Pause Stop
“Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?” (Romanos 8:24).

Después de llegar a un nuevo distrito y predicar su primer sermón, una hermana anciana lo buscó. Ella le pidió que realizara una visita a su casa cuanto antes, y el ministro encontró la manera de atenderla.

Al llegar a la casa de la hermana, el pastor recibió una invitación extraña: “Quiero planear mi funeral”, le dijo ella. Y agregó: “No tengo familia y quiero que mi pastor se encargue de todo”. El pastor estaba anonadado. Era la primera vez que se encontraba a aquella hermana y ya estaban hablando sobre su funeral. Intentó cambiar de tema, pero la hermana insistió: “No conozco el futuro, y quiero dejar todo resuelto”.

El diálogo continuó, y la persona comenzó a describir la ropa con la cual quería que la velaran y se la mostró al pastor. El momento más incómodo fue cuando ella le explicó cómo quería que la acostaran dentro del cajón. “Quiero que mis dos manos estén ocupadas. En la mano, pónganme la Biblia, la que usé durante toda mi vida”. El pastor se tranquilizó porque pudo encontrar la lógica del pedido. Sería un fuerte testimonio para todos los presentes.

Y así continuó: “En la mano izquierda, pónganme un tenedor”; y siguió: “Usted todavía no conoce mi historia, pero no se preocupe por eso”. Entonces le contó que, por más de veinte años, ella había sido líder de asistencia social en la iglesia y organizaba almuerzos con grupos de familias. Cada uno preparaba un plato especial, y todos comían juntos. Sin embargo, ella siempre hacía el postre. Cuando pasaba entre los participantes, con un tenedor en la mano izquierda, ya todos sabían que el postre estaba llegando. Entonces dejaban de comer y esperaban la dulce sorpresa.

Finalmente concluyó: “Si alguien pregunta por qué estoy con un tenedor en la mano izquierda, puede decir que yo descansé creyendo que lo mejor está por venir”.

Necesitamos ser dirigidos por la misma convicción. Los problemas existen, las crisis no desaparecieron y los desastres continúan. A pesar de todo, tenemos refugio en un Dios presente y en una promesa futura. Si vivimos movidos por esa esperanza, podemos tener la certeza de que “lo mejor está por venir”. Eso le da significado a la vida, alivia los dolores y renueva la confianza en las providencias del Señor. ¡Que esa esperanza sea tu motor en este día!

Matutina para Android