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La música tiene poder. Elena de White destaca: “Pocos medios hay más eficaces para grabar sus palabras en la memoria que el de repetirlas mediante el canto. Y esa clase de canto tiene un poder maravilloso. Tiene poder para subyugar naturalezas rudas e incultas, para avivar el pensamiento y despertar simpatía, para promover la armonía en la acción, y para desvanecer la melancolía y los presentimientos que destruyen el valor y debilitan el esfuerzo. Es uno de los medios más eficaces para grabar en el corazón la verdad espiritual” (Mensajes para los jóvenes, pp. 287, 288).
Por eso, debemos familiarizarnos con la buena música. Su influencia es poderosa en nuestro día a día y también será nuestra expresión de adoración en el cielo. El libro del Apocalipsis presenta siete cánticos que usaremos al llegar al cielo para alabar y adorar a Jesús, el único digno de esa adoración.
El primero destaca la adoración (4:8-11). Solamente el Señor es digno de todo honor, gloria y poder. El segundo exalta la misión redentora de Jesús (5:8-14). El tercero presenta la alabanza de los redimidos a Dios y al Cordero por la salvación (7:9-12). El cuarto es el cántico de la victoria, cuando una multitud innumerable alaba a Dios como Juez justo (11:15-17). El quinto es un nuevo cántico, entonado por seres celestiales delante del trono de Dios, y solamente los 144.000 lo pueden comprender (14:1-3). El sexto destaca la poderosa intervención de Dios en favor de su pueblo en ocasión del Éxodo y de la conquista de Canaán (15:2-4). Es el cántico de Moisés y del Cordero, pues como Moisés, Cristo es el gran Libertador de sus hijos. Él nos liberó del pecado, un cautiverio mucho más humillante que el de la esclavitud de Egipto. El séptimo cántico es entonado por el gran coro celestial que exalta a Dios por dar retribución final a la Babilonia espiritual (19:1-8).
Pronto el gran conflicto estará terminando, y podremos celebrar: “La tribulación y la lucha están en el pasado. Himnos de victoria llenan todo el cielo al elevar los redimidos el gozoso cántico: Digno, digno es el Cordero que fue muerto, y que vive nuevamente como conquistador triunfante” (Los hechos de los apóstoles, p. 496).
Mantén los cánticos del Cielo permanentemente en tu corazón, especialmente aquellos que exaltan a Jesús, fortalecen nuestra caminata hacia la vida eterna y renuevan la esperanza.