|
La historia de José es intrigante. Tenía todo para fallar, pero funcionó. ¿Puedes imaginar un hijo protegido y poco preparado que fue vendido como esclavo? Sin dudas, él no tenía una estructura para enfrentar el cautiverio. ¿Un hermano que había sido rechazado por todos los demás? Seguramente era emocionalmente frágil y no habría podido vivir lejos de casa. ¿Un hombre con deseo de venganza, que tenía a sus traidores en sus manos? Era su oportunidad de pagarles con la misma moneda.
Sin embargo, Dios transformó cada una de sus fragilidades en fortalezas. Donde José se encontraba, aparecían las bendiciones. Después de todo, no era la historia de José, sino la historia de Dios que actuaba por medio de su vida.
Cuando José llegó a la casa de Potifar, todo comenzó a prosperar. Fue injustamente a la cárcel, pero su presencia transformó ese lugar. Siendo todavía joven, se convirtió en gobernador de Egipto, y todo el país recibió bendiciones por medio de él. El patrimonio se multiplicó, y los depósitos se llenaron. Cuando toda su familia llegó en busca de alimento, también recibió bendiciones. No solo encontraron comida, sino también libertad y protección. Lo que habían perdido fue restaurado.
La vida de José era una bendición porque el Señor estaba con él (Gén. 39:21). Incluso en medio de la traición, la mentira, la cárcel y el hambre, Dios lo usaba para bendecir. Tú también puedes llevar a Jesús a cualquier lugar y ser una bendición. ¿Qué influencia estás ejerciendo en tu trabajo, familia, ciudad e iglesia? Cuando tú llegas, ¿el ambiente se pone mejor, las cosas se armonizan, las soluciones aparecen y todos reconocen que Dios está a tu lado?
La iglesia también debe ser una bendición. ¿Cómo nos ve la comunidad? ¿Es mejor porque estamos en ella? ¿Por qué somos más conocidos? ¿Por los automóviles que estacionamos frente a la casa de los vecinos? ¿Por el ruido de nuestros programas? ¿Porque somos un pueblo que no trabaja los sábados? ¿O por tener espiritualidad profunda y una verdad coherente?
Elena de White dice: “Así también desea impartir hoy por medio de su pueblo, bendiciones al mundo. Cada obrero en cuyo corazón habita Cristo, todo aquel que quiere revelar su amor al mundo, es colaborador con Dios para beneficiar a la humanidad” (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 212).
¿Qué influencia han ejercido tu vida y tu iglesia? Más que palabras, las personas quieren reconocer a su religión por la bendición que esta comparte en cualquier situación.