Regresar

María ofreció lo mejor

Play/Pause Stop
“Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume” (Lucas 7:37, 38).

La historia de la unción de Jesús por María es una de las más polémicas de los Evangelios. Hay mucha discusión sobre quién era realmente esa María, dónde ocurrió la historia y si todos los relatos se refieren a la misma situación. Sin embargo, no tenemos dudas sobre la veracidad del relato.

En el capítulo 62 del libro El Deseado de todas las gentes, Elena de White discurre sobre detalles de lo sucedido. Allí, narra que Simón organizó un banquete para homenajear a Jesús. Efectivamente, él había sido curado de lepra y quería agradecerle al Señor. La fiesta se realizó en Betania, el día anterior a la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, y menos de una semana antes de la crucifixión. Lázaro había resucitado hacía menos de dos meses y estaba a la mesa, en casa de Simón.

Elena de White identifica claramente a la mujer anónima del relato de Lucas como María de Betania, hermana de Lázaro, y al propio Simón como quien condujera a María al pecado, algún tiempo antes.

Durante la fiesta, como en otras ocasiones, “Marta servía, pero María escuchaba fervientemente cada palabra que salía de los labios de Jesús” (El Deseado de todas las gentes, p. 512). Su profundo sentimiento de gratitud la impulsó a ungir a Jesús con un carísimo perfume de alabastro, quebrando el fino vaso que lo contenía. Era un perfume de nardo puro y valía el equivalente al salario de trescientos días de un trabajador común. ¡Un regalo digno de reyes, que representaba su espíritu de sacrificio y devoción!

Era vergonzoso para una mujer judía aparecer en público con el cabello suelto, pero María no tuvo miedo ni prejuicios en secar los pies del Maestro con sus propios cabellos.

Según Marcos, ella “ha hecho lo que podía” (14:8). Jesús valoró su actitud y mencionó: “Dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que esta ha hecho, para memoria de ella” (14:9). Y fue lo que sucedió. Varias décadas después, cuando escribió su Evangelio, Juan identificó a María como la hermana de Lázaro (11:1, 2). La actitud de esa mujer marcó la historia del cristianismo.

María ofreció lo mejor. ¿Y tú? ¿Qué has ofrecido a Jesús? ¿Qué has hecho por la causa del Señor? ¿Le das de lo que te sobra o un sacrificio? No importa si puedes ofrecer mucho o poco, ¡ofrécele siempre lo mejor!

Matutina para Android