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Ángeles misioneros

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“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo” (Apocalipsis 14:6).

Los tres mensajes angélicos están en el ADN de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Nacimos proféticamente para anunciar el “evangelio eterno” y preparar al mundo para la segunda venida de Cristo. Por medio de estos mensajes, Dios ofrece su última oportunidad al mundo y marca el comienzo del “tiempo del fin” (Dan. 8:17).

Pero ¿quiénes son esos ángeles? ¿Mensajeros celestiales o misioneros humanos? Según Elena de White, “las grandes verdades de la profecía para este tiempo [...] son un sagrado cometido que ha de ser comunicado al mundo. Los tres ángeles de Apocalipsis 14 representan a aquellos que aceptan la luz de los mensajes de Dios, y salen como agentes suyos para pregonar las amonestaciones por toda la anchura y longitud de la tierra (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 446). En otras palabras, ¡tú y yo somos esos ángeles!

El llamado, sin embargo, es más amplio: “En un sentido muy especial, los adventistas del séptimo día han sido colocados en el mundo como centinelas y transmisores de luz. A ellos ha sido confiada la tarea de dirigir la última amonestación a un mundo que perece. [...] Una obra de la mayor importancia les ha sido confiada: proclamar los mensajes del primero, segundo y tercer ángeles. Ninguna otra obra puede ser comparada con esta y nada debe desviar nuestra atención de ella” (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 24).

Es un llamado misionero personal y confesional, pero también una alerta contra la distracción. Existimos para anunciar ese mensaje de esperanza; por eso, todas nuestras fuerzas, tiempo, recursos, talentos, programas, iniciativas y materiales deben estar dirigidos para esa causa mayor.

Cuando proclamemos el mensaje del tercer ángel en voz alta y la misión sea cumplida apasionadamente, veremos los mayores resultados de la iglesia. Elena de White dice: “Más de mil personas se convertirán en un solo día, la mayor parte de las cuales adjudicarán sus primeras convicciones a la lectura de nuestras publicaciones” (El evangelismo, p. 694). Los libros misioneros distribuidos y la obra de los colportores encontrarán su resultado pleno. Dios también usará otros medios de comunicación que surgieron o ganaron fuerza más tarde, como la radio, la televisión e Internet para apoyar la obra de esos “ángeles”.

El llamado es para nosotros: “Si cada uno de vosotros fuera un misionero vivo, el mensaje para este tiempo sería rápidamente proclamado en todos los países, a toda nación, tribu y lengua” (Servicio cristiano, p. 14). Sé uno de esos “ángeles” y abraza la misión de predicar el evangelio.

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