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Después de cuarenta años, Israel estaba casi llegando a la Tierra Prometida. Moisés había muerto y Josué era el nuevo líder del pueblo. Al elegir a esos dos líderes, Dios hizo milagros especiales, como garantía de que estaría con ellos. Cuando Moisés comenzó su misión, el mar Rojo fue abierto; cuando Josué inició su trayecto, las aguas del río Jordán fueron contenidas por Dios.
En los días de Josué, la travesía fue impresionante. Las aguas del Jordán pararon y formaron una represa invisible. Después de que todos hubieron pasado, Dios pidió que fuesen recogidas doce piedras, como símbolo de la liberación. Él estaba pensando en las nuevas generaciones: “Cuando vuestros hijos preguntaren a sus padres mañana, diciendo: ¿Qué significan estas piedras?, les responderéis: Que las aguas del Jordán fueron divididas delante del arca del pacto de Jehová [...] y estas piedras servirán de monumento conmemorativo a los hijos de Israel para siempre” (Jos. 4:6, 7).
Como familia, iglesia y educadores, necesitamos reflexionar sobre el tipo de “piedras” que estamos dejándoles a las nuevas generaciones. ¿Qué estamos haciendo para que, en el futuro, nuestros hijos continúen caminando con el Señor y permaneciendo fieles a él?
La familia tiene un papel fundamental. Si los padres fuesen coherentes, intencionales y ofrecieran una educación con valores realmente cristianos, colocarían “piedras” que durarán toda la vida y alcanzarán la eternidad.
La iglesia también tiene herramientas preciosas como una red de escuelas, los clubes de Conquistadores y de Aventureros, además de los departamentos infantiles de la Escuela Sabática. Estos ministerios tienen material de apoyo relevante, lenguaje apropiado y líderes comprometidos con los valores de nuestra fe. Pueden marcar una enorme y positiva diferencia.
Los docentes tienen las mayores oportunidades. Los alumnos están en sus manos para ser moldeados, durante muchas horas cada semana. Sin embargo, necesitan entender que su misión va más allá de enseñar; necesitan transformar vidas. En la fase escolar, necesitamos “piedras” que dejen marcas profundas en la caminata con el Señor.
Nuestros niños, adolescentes y jóvenes están preparándose para entrar en la Tierra Nueva, y necesitan desesperadamente referencias espirituales. Haz lo que esté a tu alcance para tener una experiencia real con Dios. De esa manera, las nuevas generaciones mantendrán viva nuestra esperanza.