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La palabra final

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“Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin” (Mateo 24:6).

Todas las señales negativas que preceden al regreso de Cristo no son señales de Dios, sino de un mundo sin Dios. No es él quien causa las guerras, el hambre, las pestes, los terremotos y las muchas otras tragedias mencionadas en Mateo 24:4 al 13. Esos hechos son provocados por el enemigo de Dios y ocurren como resultado de la elección humana. Por eso, no serán Satanás ni sus señales los que darán la palabra final sobre el momento del regreso de Jesús.

En el inicio de su presentación, Jesús habla de guerras y rumores de guerras, pero deja en claro: “Pero aún no es el fin” (vers. 6). Enseguida, ampliando la lista de catástrofes, él insiste: “Todo esto será principio de dolores” (vers. 8).

Los resultados del pecado son todavía más terribles. Involucran tribulación, odio y la muerte de aquellos que permanecen fieles al Señor (vers. 9). Revelan seres humanos sin rumbo, dominados por escándalos, traición y enemistad (vers. 10). Muestran un ambiente religioso confuso, con multitudes que siguen a predicadores que hablan de Dios, pero están lejos de él (vers. 11). Producen relaciones sociales superficiales y artificiales, con personas que piensan solo en sí mismas, incapaces de empatizar con el dolor del prójimo, pues “el amor de muchos se enfriará” (vers. 12).

Después de esta lista tan fuerte y negativa, el Señor insiste: “Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo” (vers. 13). A pesar del escenario de fuertes crisis, el enemigo no tendrá autoridad para colocar un fin en la historia del mundo. El regreso de Cristo no será definido por las catástrofes causadas por él, sino por las oportunidades ofrecidas por Dios.

Por eso, no podemos apoyar nuestro calendario profético en las tragedias ni en las crisis. Ellas están en la Biblia, son señales generales, forman parte de nuestra caminata en dirección al fin, pero no son la palabra final. Son apenas resultados de un mundo sin Dios. No dependas de esto ni te motives por el miedo porque puedes terminar frustrado.

El destino del mundo no será decidido por la decadencia global, sino por el levantamiento de la iglesia, llena del Espíritu Santo. No vivas impresionado por la maldad, la violencia y la degradación moral de la sociedad; esas cosas indican que el fin está próximo, pero no lo determinan. Será el reavivamiento del pueblo de Dios el que hará evidente con claridad el pronto regreso del Señor. ¡Sé parte de esa señal maravillosa!

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