Haz tu parte

En el sermón profético presentado en Mateo 24, Jesús vincula su segunda venida con la predicación del “evangelio del reino” en todo el mundo (vers. 14). Para esa tarea, eligió a una iglesia con alcance mundial, que lleva el “evangelio del reino” en su identidad y “partida de nacimiento”, y tiene un fuerte compromiso con la misión de compartir esperanza.

¿Imaginaste alguna vez cómo se cumpliría esa profecía si la Iglesia Adventista del Séptimo Día fuese un movimiento independiente, donde cada templo, ciudad o pastor esté al cuidado solamente de su área, o intentando atender el campo mundial con planes personales y proyectos de la propia congregación?

Para cumplir con la misión mundial, Dios levantó una iglesia organizada, unida y con alcance global. Estamos establecidos en 215 de los 237 países reconocidos por la ONU. Alcanzamos a 7.448.995.498 habitantes, del total de 7.623.506.498 de la población mundial. No quiere decir que todos ya conozcan sobre la segunda venida de Jesús, pero estamos en sus territorios, nos relacionamos con sus culturas y predicamos en sus principales idiomas. Llegamos al 90,7 % de los países, donde está concentrado el 97,7 % de la población mundial. Faltan apenas 22 países, con 174.511.000 habitantes para ser alcanzados.

Desde que la iglesia fue organizada, el 20 de mayo de 1863, Dios ha multiplicado las bendiciones sobre su pueblo. En aquella fecha, la iglesia tenía solo 6 campos locales, 30 pastores, 125 iglesias y 3.500 miembros; una inmensa diferencia en relación con los días de hoy, cuando somos 135 uniones, 655 campos locales, 154.710 iglesias y grupos, y 20.008.779 miembros que predican el “evangelio del reino” en poco más de mil idiomas y distribuyen literatura en 375 lenguas. De una iglesia inicialmente establecida en los Estados Unidos, hoy somos una familia distribuida por todo el mundo.

A pesar del alcance mundial, todavía tenemos países como Corea del Norte, Marruecos, Yemen, Afganistán, Mauritania, Arabia Saudita y Somalía donde el “evangelio del reino” debe ser predicado. Haz tu parte para apoyar a la iglesia con tus oraciones, recursos, influencia y compromiso. Solamente así predicaremos el “evangelio del reino” en todo el mundo con la esperanza de ver a Cristo volver todavía en nuestra generación.