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El diablo lo propagará

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«¿Pondrá el hombre fuego en su seno sin que ardan sus vestidos? ¿Andará el hombre sobre brasas sin que se quemen sus pies? Así le sucede al que se llega a la mujer de su prójimo, pues no quedará impune ninguno que la toque» (Proverbios 6:27-29).

EI Dr. David Birkenstock fue mi (J) principal mentor en las tareas administrativas de la universidad donde trabajé en el pasado. El alumnado era, por lo general, ejemplar: jóvenes profesionales que se esforzaban por obtener el grado de máster o de doctor. Casi todos tenían familia y contaban con años de experiencia en el ministerio pastoral o educativo o en la dirección de centros de salud. En alguna ocasión tuvimos que enfrentar los problemas que surgieron por causa de la infidelidad conyugal: abandono familiar, crisis en la pareja, hijos desconcertados o cónyuge ultrajado.

Cuando alguna situación de este tipo surgía en la comunidad universitaria, el rector Birkenstock hablaba con seriedad al cuerpo estudiantil advirtiéndoles con un mensaje inequívoco que, más o menos, decía así: «A veces hacemos cosas sin pensar y luego tenemos que acarrear las consecuencias. El adulterio conlleva efectos muy serios. Por eso, muchos lo llevan a cabo en secreto pensando que nunca saldrá a la luz. Pero si alguno cree que va a engañar a su mujer y su acto no se va a descubrir, está muy equivocado porque ¡Satanás se encargará de que, tarde o temprano, se descubra el engaño y se propague!». El rector sabía que el diablo saca mucho partido de hacer errar a los dirigentes y personas de influencia en la iglesia. Tal vez esto sea parte de la interpretación del texto de hoy que dice que nadie quedará impune de llegarse a la mujer de su prójimo.

Jugar con la tentación es jugar con fuego. La actitud más sabia es la de abandonar el sendero hacia el mal cuanto antes. El deseo sexual es muy poderoso por ser un proceso instintivo y puede resultar muy difícil de detener una vez se ha llegado a cierto punto. Por ello, necesitamos confiar por completo en el Señor quien nos dará la certeza de identificar la tentación antes de que sea irresistible. También nos dará la sabiduría para no iniciarnos en los pasos que llevan con seguridad a consumar actos sexuales ilegítimos. Por último, cuando nos ponemos en sus manos, el Señor nos dará la fuerza para huir de la propia trampa, como cuando la esposa de Potifar asió a José por la ropa diciendo: «Duerme conmigo». Y él, dejando la ropa en manos de ella huyó fuera de la casa (Génesis 39:12).

Febrero 07 Familia

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