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Siempre gozosa

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«Estad siempre gozosos» (1 Tesalonicenses. 5:16, RV95).

En una ocasión, durante una conferencia, oí al ponente afirmar: «No andes con personas pesimistas, que pasan su vida siempre tristes, renegando y con temor, porque correrás el riesgo de convertirte en una de ellas. Busca a personas positivas, que vuelen alto como las águilas, y que te contagien todos los días de su alegría. Sé tú también una de ellas, para que otras personas anhelen estar contigo». ¿Sabes? He podido comprender, en mi propia vida y al entrar en contacto con otras personas, la importancia de esta verdad. Viene particularmente a mi recuerdo un caso especial que conocí.

Era una joven de tan solo treinta y siete años, pero ya se expresaba como si fuera una anciana. Todas sus conversaciones giraban en torno a lo mismo: lo mayor que era, lo mucho que le dolía todo y los presentimientos que tenía de que iba a padecer múltiples enfermedades. Fue muy doloroso para mí escuchar un día que estaba hospitalizada, inconsciente y agonizando. Con tanta vida por delante, sus palabras, su actitud y su falta de alegría fueron cavando una fosa delante de ella. Amiga, que eso no te pase a ti.

Si el pesimismo hace mella en tu personalidad, por favor, haz un esfuerzo especial hacia el optimismo, hacia esa disposición a ver lo mejor de los demás, a encontrar lo positivo de las circunstancias, a mantener la fe y la esperanza. El optimismo cristiano es posible porque se basa en la fe, no en las circunstancias, y se basa en que «sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien» (Rom. 8:28, RV95). Tal vez ahora no puedas percibir esa ayuda para bien, pero confía en que será real.

Todo es cuestión de enfoque. Decide enfocarte en lo dulce, no en lo amargo; en lo luminoso, no en lo oscuro; en lo mejor, no en lo peor... Y si a tu mente le cuesta esa disciplina que requiere aprender a pensar «en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama [...] en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza» (Fil. 4:8), pide ayuda a Dios. Él está más que dispuesto a liberarte de un esquema negativo de pensamiento.

Mayo 20

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