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—Ahora voy a compartirles una historia que sucedió en uno de los países de Europa, en la época en que estaba prohibido leer o tener una Biblia. No fueron pocos años en que estuvo prohibida la Biblia, fueron siglos empezó hablando el padre esa mañana.
-¡Qué bueno que aquí donde vivimos no está prohibido tener una Biblia! -exclamó Susana.
Somos afortunados de vivir en un país donde hay libertad para tenerla ----respondió el padre. Cierto día, una madre de familia se levantó muy temprano, pues le tocaba hacer el rico pan que le gustaba a toda la familia. Juntó los ingredientes y empezó a preparar la masa. Estaba muy entretenida amasando, porque quería que el pan saliera muy rico, cuando de pronto escuchó ruidos en la calle.
-Deben de ser soldados -pensó—, seguro que están registrando las casas para ver quién tiene una Biblia. ¿Qué voy a hacer para que no encuentren la nuestra? Si buscan, tal vez la descubran.
-Me imagino que la mamá se puso muy nerviosa-comentó Mateo.
-Así es —continuó el padre-. ¿Qué podía hacer? No había ningún lugar seguro para esconderla. Ella sabía muy bien que, al llegar a su casa, los soldados buscarían en todos los rincones hasta encontrarla. Así que se puso a orar para que Dios la ayudara a conservar esa preciosa Biblia que tanto amaba toda la familia. ¡Claro! Todos los días la usaban para aprender del amor de Dios y no debían quedarse sin ella.
-Como nosotros aquí en casa -dijo Susana.
-Exacto; es que la Biblia es un libro que debemos leer todos los días, como familia y solos. Leer la Palabra de Dios nos ayuda a ser mejores y más felices -terminó el papá.
Tu oración:Querido Jesús, gracias porque puedo leer la Biblia cada día con libertad.
¿Sabías qué?
El Antiguo Testamento está formado por 39 libros.
6 de enero