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Lutero

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«Todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca». Mateo 7:24, NVI

-Entre las historias fascinantes que quiero contarles, está la de un hombre a quien se le debe mucho -comenzó la mamá-; se llamó Martín Lutero. Su padre deseaba que fuera abogado, pero él decidió ser monje, lo que disgustó mucho a su padre.

-¡Qué diferente ser monje de ser abogado! -comentó Susana.

-Sí, hay mucha diferencia, pero él sentía el deseo de servir a Dios -dijo la mamá-. Un día, en la biblioteca de la universidad donde estudiaba, Lutero encontró un ejemplar de la Biblia. Nunca antes había visto una Biblia completa, así que se emocionó mucho de tenerla entre sus manos, y dijo para sí: «¡Ojalá yo tuviera una Biblia!». Más tarde, cuando se hizo monje, se dio cuenta de que en el convento había una Biblia. Aunque estaba en latín, él conocía muy bien ese idioma. La Biblia estaba encadenada a una mesa, así que Lutero decidió leerla cada vez que podía. Llegó a dedicarle muchas horas al día.

Después, uno de sus superiores le regaló una y Lutero siguió estudiando la Palabra de Dios. En ella encontró un texto que lo marcó: «El justo por la fe vivirá». De esa manera encontró consuelo y esperanza, porque había tratado de hacer muchos méritos por sí mismo para que Dios lo perdonara, pero al entender este texto se dio cuenta de que solo por fe en Jesús podía ser salvo, no por obras, como siempre había creído. Gracias a Dios porque por fe somos salvos -terminó de hablar la mamá.

Tu oración:Querido Dios, gracias porque me animas a seguir adelante confiado en que solamente en Jesús encuentro la salvación.

¿Sabías qué?

Lutero escribió las noventa y cinco tesis que inician la Reforma Protestante.

3 de abril

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