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-Absalón estaba reuniendo a un ejército en Hebrón, a solo treinta kilómetros de Jerusalén -inició el padre-, así que David reaccionó y tomó la decisión de abandonar Jerusalén porque no quería que fuera destruida. Salió del palacio confiando en que Dios lo haría regresar de nuevo al trono.
-Pero hubo muchos que se mantuvieron fieles a él -comentó Mateo.
-Sí -asintió el papá-, entre ellos el jefe del ejército, Joab; y Sadoc, el sacerdote, con los levitas que llevaban el arca del pacto. Sin embargo, David les dijo que regresaran a Jerusalén con el arca. Lo que más le interesaba era la gloria de Dios y la salvación de su pueblo. Husai, otro sabio consejero, se le unió, pero también David le pidió que regresara a Jerusalén, pues desde allí podría ayudarlo. Las cosas se sucedieron rápidamente. Absalón llegó a Jerusalén, pero ya no estaba su padre.
En vez de escuchar a Ahitofel, Absalón siguió el consejo de Husai y fue así como David fue puesto en aviso acerca del plan. Debía cruzar el Jordán para que no los alcanzara el ejército de Absalón. David era un guerrero de experiencia y cruzó el Jordán junto con todos los que lo acompañaban. Pronto el ejército de Absalón se organizó para ir a perseguir a su padre, pero no tuvieron éxito. Aunque ellos eran mucho más numerosos que el ejército de David, no tenían experiencia ni buena organización. La guerra sobrevino entre ambos ejércitos, y Absalón fue derrotado. En su huida, el joven príncipe se enredó con su hermosa cabellera en un árbol y murió.
Tu oración:Querido Dios, ayúdame a ser obediente.
¿Sabías que?
Adonías, otro hijo de David, también quiso ser rey.
5 de mayo