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-¿De qué mamá era hijo Salomón? -inició el papá preguntando a los niños.
-De Betsabé -respondió Mateo.
-Muy bien -afirmó el papá-. Salomón era muy joven cuando fue coronado rey, tenía escasos veinte años y sentía que no tenía capacidad para gobernar un pueblo tan grande. Una noche tuvo un sueño.
Dios le habló y le dijo que le pidiera lo que él quisiera. Salomón respondió a Dios que deseaba gobernar bien. Como era muy joven y no tenía experiencia, iba a necesitar mucha sabiduría. Así que le pidió a Dios que se la diera. ¿Qué le hubieran pedido ustedes?
-Me gusta la petición de Salomón: sabiduría -comentó Susana.
-Dios, que es la fuente de sabiduría, se la concedió en abundancia a Salomón -continuó el papá-, y no solamente eso, sino mucha riqueza y gloria, tanto que no habría nadie como él antes ni después.
-Me hubiera gustado conocerlo -comentó Susana.
-La sabiduría de Salomón venía de Dios, por eso hacía las cosas que hacía -dijo el papá—. Una vez, dos mujeres que tenían un hijo cada una fueron ante Salomón para que el juzgara su caso. Uno de los niños había muerto, y la mamá cambió el cuerpecito de su hijo muerto por el hijo vivo de la otra mamá. Pero la verdadera madre se dio cuenta de que el niño muerto no era el suyo, y fueron a ver al rey para que resolviera el problema. El rey mandó que partieran al niño en dos y le dieran la mitad a cada una. No deseaba la muerte del niño, sino que de esa manera pensaba descubrir cuál era la verdadera madre, pues una madre nunca querría ver a su hijo sacrificado. Entonces Salomón le dio el niño a la mamá y todos quedaron maravillados de su sabiduría. Así como Dios le dio sabiduría a Salomón, también puede dártela a ti.
Tu oración:_____________________________________________________________________________________________________________________________________
¿Sabías que?
No ha habido nadie más sabio que Salomón.
8 de mayo