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-Continuaremos de nuevo con el relato de ayer, imaginándolo de voz de Elías —comenzó el padre.
«Hola, soy Elías. Cuando regresé a Israel, mandé llamar al rey Acab con Abdías. Él era su siervo y un hombre que amaba a Dios. El rey se asustó al recibir la noticia, pues temía que otra cosa peor sucediera.
Le dije que reuniera al pueblo en el monte Carmelo, porque allí quería yo hablarles. Rápidamente, envió mensajeros a todo Israel y el pueblo se reunió con cierto temor.
»Ante la presencia del rey y del pueblo, les pedí a los sacerdotes de Baal y Astarté que construyeran un altar y ofrecieran un sacrificio a sus dioses; luego, yo haría lo mismo, y el dios que enviara fuego del cielo sería el verdadero dios. Los sacerdotes estuvieron todo el día bailando y hablándoles a sus dioses para que les enviaran fuego del cielo.
Incluso se lastimaban su cuerpo en señal de penitencia, pero sus dioses nunca respondieron.
»Por la tarde llegó mi turno. Reconstruí el altar que una vez había sido usado para adorar a Dios. Hice una zanja profunda para que se colocara agua. Puse el sacrificio y oré a mi Dios. Deseaba una demostración divina delante de ese pueblo idólatra para que su corazón fuera tocado. El cielo respondió mi humilde petición: cayó fuego del cielo y consumió hasta las piedras y el agua. El pueblo adoró y reconoció que Jehová es el único y verdadero Dios. ¿Reconoces tú a Dios como el único y verdadero Dios?
Tu oración:_____________________________________________________________________________________________________________________________________
¿Sabías qué?
Durante su vida, el profeta Elías hizo honor al significado de su nombre «Jehová es mi Dios».
18 de mayo