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A Honoré Daumier se lo conoce como el "Miguel Ángel de la caricatura". À (Como probablemente sabes, las caricaturas son dibujos que exageran en salas orejas, la nariz u otros atributos físicos de una persona.) Honoré vivió en Francia en la década de 1800, en una época turbulenta en la que los franceses no tenían mucha idea de con qué tipo de gobierno se encontrarían al despertarse cada mañana. Sus dibujos expusieron la avaricia y la injusticia que veía a su alrededor.
Los franceses disfrutaban de su arte. Bueno, la mayoría de los franceses. Una caricatura que dibujo del rey Luis Felipe hizo que terminara pasando seis meses en la cárcel.
Honoré trabajaba mucho: hizo cuatro mil litografías, cinco mil pinturas y cien esculturas. Pero, hacia el final de su vida, comenzó a enceguecer y se hundió en la pobreza. En su cumpleaños número 65, su arrendador amenazó con desalojarlo de su casa en el norte de París si no pagaba el alquiler.
Entonces, recibió una carta de Jean-Baptiste-Camille Corot, un amigo que pintaba paisajes y estaba teniendo algo de éxito. La carta decía: "Tengo una casita en Valmondois con la que realmente no sabía qué hacer. De repente, pensé en dártela a ti y, como me gustó la idea, he confirmado legalmente que ahora la propiedad es tuya. No tenía idea de estar haciéndote un bien. Llevé a cabo el plan por otros motivos. Afectuosamente, Corot".
En su respuesta, Honoré escribió: "Eres el único hombre del cual podría aceptar un regalo así sin sentirme humillado".
Corot nos muestra que aunque es bueno ayudar a los demás, es aún mejor considerar los sentimientos de aquellos a quienes ayudamos. Él se tomó el trabajo de encontrar una manera de ayudar a su amigo sin avergonzarlo. Fue algo hermoso y creativo: exactamente lo que se esperaría de un artista. Kim
Enero 09