Regresar

“LA MAYORÍA DE LAS COSAS BUENAS SE MENCIONAN MUCHÍSIMAS VECES SOLO FALTA PONERLAS EN PRÁCTICA".

Play/Pause Stop
"Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos" (Lucas. 14:21).

SHANE CLAIBORNE

Sandra White, una alumna del Colegio Unión, estaba sentada en una iglesia, escuchando un sermón sobre la parábola del banquete de bodas. Este es el banquete donde los amigos del anfitrión dan excusas muy pobres para no asistir. Finalmente, el anfitrión le dice a su siervo: "Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos".

El joven predicador hizo una pausa. "¿Y si Jesús se refería a eso mismo? ¿Y si realmente espera que salgamos a las calles e invitemos a los pobres a un banquete?"

Sandra se quedó pensando en eso. ¿Estaba Dios pidiéndole que hiciera algo? Como no podía sacarse esa idea de la cabeza, un día le preguntó al capellán del colegio: "¿Y si hacemos un banquete de San Valentín para los vagabundos?"

Aunque se sintió un poco abrumada por la cantidad de trabajo que implicaba organizar un banquete, Sandra comenzó a hacer planes. Invitó a residentes del Hogar para Personas sin Techo que tenía esa ciudad. Ellos estaban un poco desconfiados, pero ella siguió adelante. Acomodó la comida, y buscó a otros alumnos que brindaran entretenimiento musical.

¿Qué vestirían los vagabundos? Ellos solo tenían la ropa que llevaban puesta. Otros estudiantes le ayudaron a Sandra a conseguir donaciones de trajes formales y vestidos de fiesta. Hasta encontraron para las mujeres zapatos que hacían juego.

"Dios obró un milagro", recuerda Sandra. Los vestidos donados llegaron en los colores y tamaños exactos que querían los invitados.

Alumnas voluntarias peinaron y maquillaron a las mujeres.

"¡Me siento bonita! ¡Tan bonita!", cantaban dos mujeres paseándose por la sala del hogar.

La desconfianza de los vagabundos se convirtió en entusiasmo. "Para cuando llegaron allí, todos estaban riendo y abrazándose", recordó Sandra en una entrevista para The Clock-tower, el periódico del Colegio Unión.

El banquete fue un éxito rotundo, tanto para los vagabundos como para los cuarenta alumnos voluntarios que ayudaron. "Pensé que era ridículo que Dios me pidiera esto", admitió Sandra. "Pero cuando le damos tiempo a Dios, es asombroso como él nos lo devuelve". Kim

 

Febrero 13

Matutina para Android