“MI PEINADO SE LLAMA: LO INTENTÉ”.

ANÓNIMO

Mientras conducía mecánicamente al colegio, iba leyendo las calcomanías en los parachoques delante de mí. Algunas eran políticas, otras eran groseras, y otras, graciosas.

Entonces, vi una calcomanía con la que me sentí identificada. Me acerqué para verla mejor. Sí, había leído bien. Esto es lo que decía: "Toca bocina si odias tu cabello".

Sentí ganas de recostarme sobre la bocina; pero no estaba segura de si entenderían mi mensaje.

Sí, mi cabello estaba teniendo un mal día. Ha tenido más días malos que buenos. ¿Y el tuyo?

Cuando estaba de novia con el hombre que llegó a ser mi esposo y que justo es el autor de este libro de lecturas devocionales), tenía el cabello rizado y caía a los costados de mi rostro, tocando mis hombros. Un día, comentó casualmente que quizá debía cortarme el cabello. "Parece que tienes orejas de perro", dijo para enfatizar su comentario.

¡Ay...! (¿Te sorprende que aún así me casé con él?)

En otra ocasión, la esposa de mi papá y yo íbamos a ir al centro. Yo volvía de una caminata por la playa y, al entrar en el automóvil, ella me dijo tímidamente: "Emmm, me parece que te olvidaste de peinarte".

i Uy...! (Me había arreglado el cabello, pero se había vuelto loco con el aire salado.)

Por años he intentado domar mi cabello. Probé con toda una variedad de peluquerías y de productos.

Quizá por eso, uno de mis versículos bíblicos preferidos es Mateo 10:30 (que aparece más abajo). Jesús les estaba dando ánimo a sus discípulos con una charla. Les dijo que no debían preocuparse ni tener temor porque Dios les cubría las espaldas y se preocupaba por ellos más de lo que se podían imaginar.

Así que, la próxima vez que te sientas frustrado con tu cabello, no toques la bocina. Solo recuerda: "Alguien sabe cuántos cabellos tengo. Me ama muchísimo; ¡no importa si mi cabello tiene un buen o un mal día!" Lori

Abril 01