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PROVERBIO
No tenemos suficiente dinero, pensó Cheryl mientras conducía por el pueblito al que su familia se acababa de mudar. Los gastos de la mudanza habían sido mayores de lo esperado; y tenían cuentas que pagar en el colegio donde estudiaban sus hijos adolescentes.
Mientras conducía, vio algo verde al costado del camino. ¡Billetes! Paró en el estacionamiento de un negocio y camino de vuelta hasta la calle.
Recogió un billete de veinte dólares. Luego, otro. Y otro. Había varios billetes de diez y de cinco dólares. "Los junté tan rápido como pude", dice Cheryl. Mientras tanto pensaba en cómo este dinero adicional les ayudaría a sobrellevar el mes.
Luego vio otra cosa. Caminó hasta el medio de la calle y levantó una billetera.
Al volver a su casa, contó los billetes sobre la mesa de la cocina. ¡Había 270 dólares! Los sostuvo en sus manos. Se sentía tan bien.
Sus ojos se posaron sobre la billetera. Deseaba que no hubiera una identificación adentro. Se preguntaba si debía mirar o simplemente tirarla a la basura. Después de todo, el que lo encuentra, se lo queda.
Cheryl finalmente la abrió. Estaba vacía, salvo por un carné de biblioteca. En la guía telefónica había muchos nombres iguales al del carné. Ella eligió uno y marcó.
No pasó mucho tiempo hasta que golpearon a su puerta. Era una joven que trabajaba en Sonic. Había cobrado el cheque de su sueldo en el banco y luego se había olvidado la billetera apoyada sobre su auto. Necesitaba desesperadamente el dinero para pagar la cuota de su auto.
Yo también necesitaba el dinero, pensó Cheryl. Cuando la muchacha se fue, ella se acercó a su buzón. Había una tarjeta de la abuela. Adentro había un cheque por 250 dólares y una nota que decía que quería enviarles algo para ayudar con los gastos escolares de los niños.
Ahora Cheryl sabía con toda seguridad que había tomado la decisión correcta. Casi parecía que Dios estaba tan feliz con su honestidad que le había vuelto a poner el dinero en las manos. Kim
Abril 06