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Amar hasta morir

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«La mujer adúltera se porta así: Come, se limpia la boca, y afirma: "No he hecho nada malo" (Proverbios 30: 20).

El enamoramiento es parte natural de la vida. Pero también se puede volver una conducta adictiva. De hecho, dada la sobredimensión de la vida amorosa en estos tiempos, es una de las nuevas formas que han asumido las adicciones. Lo peor de todo es que lo que tanto se teme —la soledad es justo el resultado final del apasionamiento descontrolado. Nadie puede soportar las demandantes exigencias de la adicción a la pasión y termina por sucumbir. Para el que dice estar «loco de amor» por determinada persona, la constitución del mundo se reconfigura y el objeto de su «amor» asume características de una divinidad celestial. Es así como sobrevalora a su amado(a) y se devalúa a sí mismo(a) (Marc Valleur y Jean-Claude Matysiak, Las nuevas adicciones del siglo XXI, Barcelona: Paidós, 2005, pág. 57). La persona dice estar «enferma de amor», envuelta en una pasión que marca el derrotero de su vida. No importa lo que su «amado(a)» le pida; le dará todo, por impensable que parezca, porque la adicción le da rumbo a su vida. Una adicción de este tipo puede derivar en un amor-dependencia, es decir, aferrarse o insistir en seguir con una relación amorosa no porque ésta brinde alegrías y satisfacciones, sino porque se ha convertido en un refugio previsible, manejable y reproducible al antojo del adicto.

Existen dos indicadores importantes de una dependencia: (a) ser incapaz de dejar de utilizar una cosa (una sustancia) o hacer una cosa (una conducta), con la amenaza de sufrir un determinado malestar; y (b) que dicha sustancia o conducta se convierta en «el centro de la existencia», que nada sea más importante que esa «droga», juego o persona.

Las relaciones amorosas también se pueden volver adictivas. Mucho cuidado. Eso no tiene nada que ver con el amor verdadero. Una persona que no te ama solo tratará de utilizarte y buscará la manera de establecer una dependencia malsana. El problema es que en este tiempo prevalece el egoísmo y se manifiesta en «hombres amadores de sí mismos, avaros, vanidosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, sin templanza, crueles, enemigos de lo bueno, traidores, impetuosos, engreídos, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella» (2 Timoteo 3: 2-5). Debido a que los tiempos son peligrosos, es tan importante tomar en cuenta a Dios a la hora de enamorarse.

Pide hoy al Señor que te ayude a tomar las mejores decisiones en relación con tu vida amorosa.

El amor

 

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