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El código «davídico» - Tercera parte

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«La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los sencillos». Salmo 119: 130

LA VERDAD DE LOS ELEGIDOS

HABIENDO EXAMINADO la evidencia externa que corrobora la veracidad de la Sagrada Escritura, considera, ahora, la prueba 2, interna. La Biblia es una colección de cuarenta autores que escribieron en el transcurso de un período de mil quinientos años. Y, según observa James MacDonald, escribieron sobre los dos asuntos en los que nadie coincide: ¡religión y política! Y, no obstante, la Palabra de Dios es la obra de mayor coherencia interna de todos los escritos humanos acumulados a lo largo de la historia. ¿Cómo podemos explicarlo? Dios escribió el libro. No, no lo redactó ni lo dictó. Eso lo hicieron seres humanos, y por eso, como cuatro testigos de un solo accidente automovilístico, contamos como relatos que varían, Pero la única explicación de la irresistible coherencia interna de la Biblia en cuanto a la moralidad humana y la verdad divina es su autoría o inspiración divina.

Fíjate, por ejemplo, en las profecías cumplidas. Hay 61 profecías fundamentales relativas a la vida de Jesucristo escritas siglos antes de su nacimiento. MacDonald señala que los matemáticos dedicados a la estadística nos dicen que la probabilidad de que se cumplan solo ocho de esas profecías es 10ˉ¹â· (uno de 100 000 000 000 000 000 de intentos). Esa es la misma probabilidad de que, cubriendo el Estado de Texas con dólares de plata hasta una profundidad de 60 cm y luego poniéndote una venda en los ojos y diciéndote que te adentres entre esas monedas repartidas por toda Texas, ¡des con el único dólar de plata que tenga un punto rojo! Y, pese a todo, no se cumplieron ocho, sino las 61 profecías relativas a Jesús.

Pero, más allá de la evidencia externa y la interna, también está la prueba 3, experiencial. Como pastor debo testificar que en los años de mi ministerio he presenciado los efectos profundos y sobrenaturales que ha tenido sobre los feligreses oír y leer las Sagradas Escrituras. He visto a hombres morir en paz gracias a este Libro. He visto a mujeres sobrellevar con paz un infierno gracias a este Libro. He sido testigo de la liberación, gracias a este Libro, de jóvenes adultos de hábitos que encadenan la vida y causan adicción en el cuerpo. He escuchado a niños cantar de este Libro, y los he visto crecer y convertirse en poderosos defensores de la fe de Jesucristo por este Libro. Y personalmente he descubierto el poder sobrenatural de una amistad personal con el Autor de este Libro. Y por eso, como esos niños, sigo cantando: «La biblia, sí, ese es el libro para mí; dependo solo de la Palabra de Dios, ¡la biblia!».

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