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Vamos, Guillermina -llamó la reina EmmaEs tiempo de pasar una hora con papá.
-Corté estas flores de mi jardín -dijo la niña de siete años de edad-, ¿Crees que le gustarán?
-Estoy segura de que sí -sonrió su mamá mientras hablaba con la niña. Guillermina se vistió con sus mejores ropas y se dirigió ansiosamente hacia el estudio de su padre. Bajó las escaleras y cruzó la sala de recepción; abrió la pesada puerta de madera y corrió hacia su padre, un anciano de setenta años de edad, para darle un beso en la mejilla.
-Yo misma corté estas flores especialmente para ti -dijo la niña, y puso las florecillas en el escritorio.
-Gracias, querida. Son muy hermosas -le respondió el rey Guillermo de Holanda-, Ahora, ¿a qué le gustaría jugar hoy a mi hijita querida? ¿Será dominó o la bañera?
-¡La bañera!
A Guillermina le brillaban los ojitos. La tina de baño nueva que tenía papá era un juguete maravilloso. Estaba hecha de zinc, y solo había que abrir una llave y salía un tremendo chorro de agua, listo para poner a navegar los barquitos de papel.
Pero un día, toda la diversión terminó. El rey Guillermo murió. Guillermina tuvo que pararse al lado de su madre mientras una multitud de visitantes, todos de negro, le expresaban sus condolencias a ella, la nueva reina de diez años de edad. El funeral, con su música triste y colores sombríos, la deprimieron terriblemente. Cuando todo terminó, tuvo que irse a la cama con dolor de estómago.
Muchos años después, cuando su esposo Hendrik murió, ella se negó a vestir de luto.
-Hendrik y yo hicimos un trato de tener funerales blancos -explicó Guillermina-, Yo no creo que la muerte sea el fin de todo. Para mí, el color blanco es símbolo de la vida eterna.
La muerte podría ser una experiencia sombría, especialmente para un niño. Es horrible estar de pie frente a la tumba de un ser querido y saber que nunca más estará allí cuando se lo necesite. Sin embargo, resulta mucho más fácil aceptarlo cuando comprendes que, gracias a Jesús, para nuestros seres queridos la muerte es un sueño momentáneo, un abrir y cerrar de ojos. El próximo sonido que escuchen será la trompeta que los despertará. ¡Será un día brillante, glorioso y feliz! ¡Querido Jesús, permite que sea pronto!
Marzo 31