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E.S.A.

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"Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados” (Colosenses 3:12).

Si seguimos haciendo lo que estamos haciendo, seguiremos consiguiendo lo que estamos consiguiendo.

Está claro que las cosas no están funcionando bien en nuestra sociedad. La familia, como su base, atraviesa su crisis más profunda. Algo tenemos que hacer. Ese algo tiene que ser distinto de lo que hemos hecho hasta aquí. El propósito de Dios para la familia cristiana no es que termine bien, sino que dure para toda la vida, por toda la eternidad. No podemos conformarnos con luchar un año, o muchos años; tenemos que luchar toda una vida, para ser parte de una gloriosa eternidad con los nuestros y con el Señor.

Ahora bien, ¿cómo fortalecer los vínculos de nuestra familia? Pablo nos desafía a vivir como E.S.A.; es decir, como escogidos de Dios, santos y amados. Estas tres palabras eran las preferidas del pueblo judío. Se consideraban el pueblo escogido, la nación santa y los amados de Dios. Pablo, el hebreo entre los hebreos, toma estas tres palabras y las aplica a todos los seres humanos. El amor y la gracia de Dios se han extendido hasta lo último de la Tierra.

La elección es siempre una iniciativa divina. El punto de partida es la soberanía de Dios. Su propósito es la santidad; es decir, la separación del elegido para vivir una vida diferente. Separados por él y para él como hijos y pueblo peculiar.

La santidad es la manifestación de una vida en perfecta concordancia con Dios. Él nos ha creado y redimido para que nuestra vida tenga propósito.

El célebre violinista italiano Nicolás Paganini pidió que, después de su muerte, su violín fuese colocado en una vitrina de su casa en Génova, a fin de que nunca más fuese tocado. En desuso, el instrumento quedo carcomido, arruinado, y llegó a ser una vieja reliquia sin utilidad. Aquel violín de madera solo podría mantenerse en el tiempo si hubiese estado en uso constante.

La vida que no es gastada en el servicio a Dios y al prójimo apenas sí sirve como reliquia en la vitrina, pero aquella que se gasta en el testimonio cristiano emite una música cuyos acordes se proyectan por la eternidad.

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